En Irreverentes: Conan el bárbaro, de John Milius
El periódico digital Irreverentes acaba de publicar en su edición semanal (renovada cada lunes) un artículo mío titulado Conan el bárbaro, de John Milius. Se trata de una reelaboración exhaustiva de uno de mis más antiguos artículos, el primero que dediqué a este inmortal personaje de Robert E. Howard al que en los últimos meses he vuelto de modo casi compulsivo, en literatura y también en el tebeo (y no aseguro que no vaya a seguir haciéndolo). La película, de 1982, consiguió un notable éxito comercial y terminó por popularizar al personaje fuera del ámbito, por fuerza más reducido, de los dos primeros medios. Dirigida por un cineasta hoy olvidado pero entonces en alza, John Milius, y protagonizada por un hombre que inició así su camino al estrellato, el culturista Arnold Schwarzenegger (lo siento, pero incluso en la época en que se puso de moda considerar que había mejorado mucho como actor, no conseguí creerme nunca que era poco más que un forzudo con pretensiones), sin duda se trata de una visión muy particular del personaje de Howard. En primer lugar, porque altera sus orígenes y, por ende, su esencia, para dar cabida a una historia de venganza más bien vulgar. En segundo, porque la controvertida personalidad de Milius, al que entonces gustaba difundir su fascinación por la violencia y el militarismo, que muchos tradujeron como inclinación hacia el esteticismo fascista, condiciona toda la narración. Ahora bien, aun dentro de sus irregularidades (y pese a Arnold, cuya interpretación es pésima), Conan el bárbaro es una película considerablemente sugestiva, cuya atmósfera de decadencia es muy interesante, y que ofrece varios momentos formidables. Creo que ha ganado mucho con el tiempo, incluso.
Para los interesados, incluyo un enlace a otro artículo, pretérito, en el que analizaba las secuelas, variantes y remakes de esta película:
Conan el bárbaro, del pulp a los fotogramas (II)
Asimismo, los enlaces a los artículos sobre el Conan literario y tebeístico:
Conan el bárbaro o la ética de la verdadera civilización