I II
En el año 1974, Vértice abandonó el formato de tomos y adoptó el de cuaderno, lo que permitió, por fin, respetar el diseño de página original. Curiosamente, las dimensiones elegidas (20’5 x 18 cm) eran ahora mayores que las de los comic books originales, tradición que heredaría Planeta cuando, en los años 80, tomó el relevo. El símbolo del cambio fue la denominación de «volumen 2» para la reanudación de las series en el nuevo formato, reiniciando la numeración desde 1. Ahora bien, una parte de las series (Spiderman, La Masa, Capitán América o La Patrulla-X) no alcanzaría el año en el nuevo volumen. La razón estuvo en que, con ese sistema de dos o más números americanos por tebeo, llegó un momento en que casi todas las series originales fueron siendo alcanzadas. La decisión que tomó la editorial fue paralizar la aparición de episodios nuevos (inviable salvo que se publicaran de uno en uno, como en origen) y reeditar los números del volumen 1, contando con que esta decisión sería atractiva para los antiguos lectores, que así podrían acceder al formato original, y que asimismo engancharía a muchos nuevos. Para subrayar el cambio, Vértice etiquetó estas colecciones como «volumen 3». Puesto que yo no llegué a conocer en kioscos el volumen 1, tardé años en entender el porqué de esta curiosa denominación. El salto del tomo al cuaderno marcó el apogeo de Vértice, que multiplicó sus colecciones, siempre bajo la sana intención de ofrecer todo el material de superhéroes Marvel (y el de otros géneros de la casa, como el western, el terror o la fantasía heroica: Conan el bárbaro fue uno de los personajes más populares de la editorial). Parecía que las cosas iban viento en popa, y sin embargo, en pocos años, Vértice entraría en crisis y se iría precipitando hacia su caótico y triste final.
Lógicamente, el formato cuaderno supuso un avance estratosférico con respecto al volumen 1, por mucho que mantuviera una parte de sus defectos. Confieso que el que menos me afecta cuando repaso esos viejos tebeos es el del blanco y negro. Es más, cuando yo empecé a comprar personalmente tebeos, después de descubrirlos gracias a los préstamos de amigos, Vértice acababa de estrenar la publicación en color. Como estos episodios coloreados me parecieron inferiores a aquellos que me engancharon al Universo Marvel (por ejemplo, en Spiderman, la etapa Conway-Andru me pareció muy por debajo de la de Lee-Romita que tanto me fascinara con once años), durante mucho tiempo asocié la calidad marvelita al blanco y negro. Hasta que llegaron a mis manos, en las postrimerías de Vértice, los números de La Patrulla-X que contenían la Saga de Fénix Oscura…
Según la comparación de datos que proporcionan las fichas contenidas en la página www.universomarvel.com, las traducciones se renovaron. Francisco Sesén, traductor de la mayor parte del volumen 1, había fallecido en 1974, y su puesto lo heredó Salvador Dulcet, cuyo nivel medio fue muy flojo (Moliné señala, en su libro tantas veces citado, que era «ciertamente inferior a su predecesor»: como es lógico, nunca he tenido ocasión de comprobarlo, pero es fácil de creer). El rotulado, lógicamente, también fue nuevo, al respetarse ahora también los bocadillos. Y sobre todo, el mayor tamaño vino acompañado, por fin, de la acreditación de los artistas originales, lo que no quiere decir que siempre se cuidara, pues en muchas ocasiones bailó la atribución correcta de algún autor.
El número de páginas varió: de las 128 de media que tenía el volumen 1 se pasó a la mitad y poco a poco se fue bajando, hasta que, en los últimos años del volumen 3, se estabilizaría más o menos entre las 36 y las 40, más cubiertas. Puesto que la cantidad de páginas de los cómics americanos también sufrió variaciones en el curso de los años, se hizo muy difícil mantener una estructura estable entre un número y otro. Así, un episodio podía partirse entre varios cuadernos (¡a veces, por tan solo un par de páginas!), del mismo modo que, en muchas ocasiones, se incluían episodios de las viejas series de terror y ciencia-ficción de la casa (dibujadas por los mismos genios que crearon el Universo Marvel, esto es, Jack Kirby y Steve Ditko), muchos de los cuales, hablo en primera persona una vez más, resultaban tanto o más fascinantes que la previa aventura superheroica. En los seis años que duró el formato, el precio oscilaría entre las 30 pesetas de los primeros números del volumen 2 a las 50 de los últimos (en blanco y negro) del volumen 3.
La mayor pérdida entre los dos formatos fue la calidad de las portadas. Si bien Rafael López Espí siguió siendo el responsable de práctica totalidad de de estas, nunca volvió a recuperar el espléndido nivel del volumen 1. Es cierto que el nuevo formato se estrenó con excelentes ilustraciones, mas poco a poco estas fueron perdieron la brillantez anterior, eliminándose el aspecto pictórico y la sensación de volumen, siendo incontenible la decadencia en los últimos años. Sin lugar a duda, la explicación estriba en la sobreexplotación a la que fue sometido el artista (recuérdese que, prácticamente, era el único autor de cubiertas de la casa), lo que hizo que no pudiera mantener la creatividad de sus mejores momentos del volumen 1 (como acreditan los ejemplos publicados en la primera entrega de este artículo), hasta llegar un momento en que muchas de las últimas portadas fueran copias literales de las originales, lógicamente más toscas y con un color muy apagado. El mismo dibujante explicaba en una entrevista que hacía directamente su versión sobre la reproducción fotográfica de la portada estadounidense, calcando así la ilustración original y tapando las letras. Una chapuza, indigna de los grandes momentos que había dado el dibujante.
Por fin, el color llegó a Vértice. Lo hizo en la colección estelar de la casa, Spiderman, en concreto en el número 58 del volumen 3 (publicado en mayo de 1978) para el cual se compuso una portada especial que lo celebrara, consistente en una versión de la que, en la serie americana, había celebrado el emblemático episodio 100, obra de John Romita. Consistía en una serie de reproducciones de portadas de Vértice (en bicromía negra y amarilla) por encima de las cuales se deslizaba una clásica estampa del Hombre Araña. Acto seguido, Los 4 Fantásticos, Capitán América, Los Vengadores y Thor también se pasaron al color. Es más, Vértice respetó la técnica de coloreado original, el Offset, caracterizada por los «puntitos» de buena parte de sus gamas, sobre todo el anaranjado de los rostros (que los hacía un pelín molestos).
Vértice parecía saborear las mieles del éxito. El número de colecciones que abría al año era notable, añadiendo personajes nuevos como Power-Man (primer superhéroe importante cuyo nombre no se tradujo), Ms. Marvel, Spider-Woman o las varias series impulsadas por Jack Kirby en su regreso a la Casa de las Ideas (Los Eternos, Pantera Negra, Dinosaurio Diabólico, Máquina Vital…). Las colecciones-contenedor (donde se integraban aquellas series que no tenían cabecera propia, y que permitió a los barceloneses publicar prácticamente todo el stock superheroico de la casa) se ampliaron a cuatro: a Super Héroes, Selecciones Marvel y Héroes Marvel se le unió Los insuperables. Es más, se llegó al experimento, en el mismo 1978, de publicar material del gran rival, DC. Fueron seis colecciones, si bien en el catálogo no entró serie alguna de los dos grandes iconos de la casa, Batman y Superman. Aun así, se pudo ver por estos lares a la emblemática Justice League of America, bajo el curioso rebautizo de Círculo Justiciero, además de otras bien valoradas de aquella década como Flecha Verde y Linterna Verde o Shazam, que publicaba al Capitán Marvel original, el de los años 40 popularizado en España como Capitán Maravillas por su serial cinematográfico.
Ahora bien, este momento de apogeo enseguida dio paso al declive. En la segunda mitad del año 1980, la editorial Bruguera —la más potente de la industria tebeística española desde décadas atrás— se hizo con los derechos de Marvel para España. Es probable que la empresa estadounidense pensara que la maniobra empresarial era un buen paso para consolidar y ampliar el peso de sus colecciones en nuestro mercado, teniendo en cuenta la muy superior potencia de la nueva depositaria, en comparación con la modesta Vértice. Ahora bien, el resultado fue decepcionante. En primer lugar, Bruguera obró con excesiva cautela, lanzando únicamente dos colecciones, las de los dos personajes más populares, Spider-Man (con el guion) y La Masa (indicando, en letra más pequeña, que se trataba de El increíble Hulk, para aprovechar el tirón de la serie televisiva, emitida con gran éxito). En segundo lugar, la edición fue harto mediocre. Por mucho que se respetaran las portadas originales, único detalle a favor, el coloreado era de la propia casa, monocorde y sin vida, la rotulación era mecánica e impersonal y los autores volvían a no ser acreditados. Es más, faltando de nuevo el respeto al lector Marvel, la edición fue caótica, al no mantener ningún orden, alternando incluso los episodios inéditos con las reediciones, y suprimiendo páginas sin el menor pudor (torpes como eran, dejaban que nos enterásemos al mantener el número de la edición americana, integrado en un ángulo de las viñetas inferiores: así, podíamos advertir cómo de una página 7 se pasaba a una 9 sin el menor escrúpulo).
Por otra parte, Marvel se había dejado engañar con respecto a la prosperidad brugueril. La compañía estaba en caída libre, declarando suspensión de pagos en junio de 1982 (lo que motivó el abandono de sus autores emblemáticos, comenzando por Ibáñez, pese a que la editorial retuvo el control sobre sus personajes, inundando el mercado de vulgares apócrifos) y cerrando del todo apenas cuatro años después. De este modo inesperado, Vértice recuperaba los derechos marvelitas, si bien no de todas las colecciones, ya que las habían sido publicadas por Bruguera se perdieron: Spider-Man, La Masa más Los 4 Fantásticos (utilizado de relleno en las anteriores) y Conan el bárbaro, es decir, casi todas las de mayor tirón popular.
Desde mediados de 1979, en la logoforma (ese cuadradito situado en la esquina superior izquierda donde se sitúa un pequeño dibujo del personaje o personajes titulares, normalmente sus cabezas), el entrañable Marvel Comics Groups (con Marvel en letra azul) había sido sustituido por una nueva denominación, Mundicomics, tal vez por cuestiones de derechos en un momento en que Bruguera comenzaba su asalto a los personajes. Bajo esa cabecera es como Vértice volvió a publicar los tebeos superheroicos a lo largo más o menos de un año, entre octubre de 1981 y noviembre de 1982. Reaparecieron series clásicas como Los Vengadores o El Hombre de Hierro y Dan Defensor (estas dos con la originalidad de contener un único número americano, en finísimos cuadernos de 16 páginas: recuérdese que en el original, con la publicidad, el grosor es mayor), alguna conocida pero con cambio de denominación (Los Defensores, antes publicada bajo el extravagante título de Triple Acción) y, finalmente, un par de nuevas series concebidas, en origen, a partir de juguetes, que resultaron inesperadamente carismáticas: Los Micronautas y Rom.
La presencia de Mundicomics en los kioscos fue efímera, por razones económicas. Ahora bien, como suele suceder, no tardó en renacer bajo otra denominación, en otro domicilio social y con un nuevo barniz (supongo que para eludir problemas con Hacienda) pero los mismos mimbres. El nombre elegido ahora fue Surco, y el conjunto de colecciones, puestas en marcha a partir de marzo de 1983, llevó el nombre de Línea 83. Eso sí, la etapa se iniciaba con el pie torcido del fallecimiento del fundador de Vértice y gran promotor del tebeo de superhéroes en España, Josep Torra, a los 62 años.
Los socios de Torra siguieron adelante con el proyecto, pero uno tiene la impresión que casi deseando que fracasara y pudieran cerrarlo para siempre. No de otro modo se explica la profunda desidia que emana de estas publicaciones. Por ejemplo, es difícil concebir portadas menos atractivas que las de esta línea (teniendo en cuenta que había que atraer a niños y adolescentes ávidos de maravillas), con esos horribles diseños para la cabecera de la serie, el desvaído colorido o el discreto dibujo del sempiterno López Espí. La única salvable, incluso muy original, es la que reproduzco bajo estas líneas, la del número 5 de La Patrulla-X, personalizada por la decisión de situar a los miembros del grupo, a tamaño progresivamente reducido, sobre la cabecera
El «nuevo» sello mantuvo algunas de las colecciones de la etapa anterior (Hombre de Hierro, Rom, Los Micronautas, Power Man, Caballero Luna, Motorista Fantasma…) más la reaparición de dos clásicas, Capitán América y La Patrulla X. Irónicamente, algunas de ellas vivían etapas gloriosas. En Hombre de Hierro se iniciaba el famoso ciclo escrito por David Michelinie, dibujado por John Romita Jr y entintado por Bob Layton que supone el primer hito verdaderamente recordable de la ya longeva colección Iron Man. Caballero Luna gozaba de la magnífica etapa dibujada por Bill Sienkiewicz, que entonces nos parecía uno de los artistas más raros del mundo. En Capitán América había vuelto su creador, Jack Kirby, con control completo sobre la obra, dando pie a la famosa Saga de la Bomba Loca con que Marvel celebró el bicentenario de los Estados Unidos. Ahora bien, la reina de la fiesta fue La Patrulla-X, por la sencilla razón de que en sus seis únicos números se dio curso a la legendaria Saga de Fénix Oscura, para mí y para muchos el hito absoluto del Universo Marvel. Eso sí, los problemas de Surco hicieron que su distribución fuera caótica, y el número en que concluía la aventura, el 6, no llegó a muchas ciudades.
En cualquier caso, la empresa no estaba destinada a prosperar. Sin Torra, el alma de Vértice, Surco no llegó ni al año de vida, cancelando bruscamente todas sus colecciones, sin preocuparse siquiera por concluir las aventuras en marcha (fue milagrosa que sí lo hiciera con la Saga de Fénix, mas con los problemas señalados). Además, justo en ese mismo 1983, había surgido un nuevo competidor, con una fuerza arrasadora, unas ganas y un conocimiento de causa que lo distinguía enormemente de la vieja casa.
Se trataba, claro, de la editorial Planeta a través de su sello Comics Forum, nombre este, entrañable, por el que se conoció a la nueva casa de los héroes Marvel. Aun manteniendo algunas señas de la editorial anterior (dos episodios por número —o uno y medio, con el rápido aumento de páginas de la edición original—; tamaño superior al de esta; rotulación manual, lógicamente irregular en función de la habilidad del letterer de turno), Forum trajo la modernidad al medio, comenzando por el respeto a las portadas americanas y, muy especialmente, creando un canal de comunicación con los lectores a través de los correos, que enseguida le otorgaron una notable personalidad (qué recuerdos traen el Doctor Átomos y el Profesor Loki…). Forum consiguió los derechos, únicamente, de las colecciones no publicadas por Surco, entre ellas buena parte de las más carismáticas: Spider-Man, La Masa (si bien, en el interior, al personaje también se le llamaba Hulk, nombre que, con el tiempo, sustituiría definitivamente al primero), Los Vengadores, Daredevil (en el primer correo se explicaba la razón del postergamiento del nombre de Dan Defensor que, confieso, entonces nos convenció poco a los aficionados), Thor o, fuera ya del universo superheroico, a Conan el bárbaro, auténtica locomotora de la casa.
Por supuesto, los aficionados guardamos nuestros tebeos de Vértice como oro en paño, no en vano en ellos se encontraban las etapas clásicas de Marvel de los años 60 y 70. Les reservamos un rincón en el fondo del armario, mientras las nuevas colecciones crecían a todo correr (con el tiempo, Planeta también conseguiría publicar la práctica totalidad del catálogo original). Curiosamente, los intentos de la editorial por dar luz al fondo clásico de la Casa de las Ideas se saldaron con fracaso, para desilusión de los viejos miembros de la Generación Vértice, desalentados porque los más jóvenes no conectaran con los que, para nosotros, eran los mejores tiempos de Marvel.
Hasta que, en el año 1999, Planeta, gracias a la iniciativa de su editor Alejandro Martínez Viturtia, encontró por fin el formato adecuado, bajo el nombre de Biblioteca Marvel. Consistía en pequeños tomos de 160 páginas, en blanco y negro, con tamaño inferior al original pero respetando la estructura original, y añadiendo cubiertas, artículos de presentación o análisis y el imprescindible correo de los lectores. El éxito fue tan notable que, en pocos años, los lectores recuperamos la práctica totalidad de los episodios de las series clásicas —cada número incluía seis o más episodios originales, de tal modo que en el atractivo de la abundante lectura y la promesa de cerrar con rapidez cada serie se hallan parte de las claves de su buena acogida—, al menos hasta el momento en que conectaron con los ya publicados por Forum. ¿No es verdaderamente curioso que, con todas las diferencias a favor de la nueva edición, en cierto modo esta Biblioteca fuera una variante del mítico volumen 1 de Vértice?
Un momento de incertidumbre vino provocado por el cambio de editorial como depositaria de los derechos de Marvel: Panini sustituyó a Planeta. Sin embargo, y con admirable criterio, mantuvieron todas las series las series clásicas de Marvel, e incluso al principal «animador» de la colección, el entrañable Raimon Fonseca, antiguo miembro de la Generación Vértice que tuvo la suerte de crecer con la edición Marvel en España, profesionalizándose en el sector y convirtiéndose en una especie de «portavoz» de todos nosotros.
Esta edición en tomitos hace tiempo que también fue superada, a medida que Panini ha ido publicando (en gruesos tomos que también aceleran la publicación de episodios de cada serie) la versión más fiel posible al original, a todo color, por supuesto, y con el formato original. Fonseca, asimismo, suele ser el responsable de los comentarios de cada tomo, y no duda en incluir, siempre que puede, reproducciones de las portadas de Vértice, lo cual ayuda a mantener vigente el vínculo entre todas las casas responsables de la fuerte implantación de Marvel en España. Y pensar que todo se lo debemos a Franco, a la Censura, a la Iglesia y su recelo ante esos diosecillos vestidos con pijama, a la pertinacia de un modesto editor catalán y a sus sucesores…
Hola Jose Miguel, fantásticos artículos. Quisiera saber dentro de los Vol. II de Vértice, a que colección/es americana pertenecían las historias cortas finales que complementaban esos comics, a veces del mismo Ditko. Hace poco se ha publicado algo en España y quisiera saber si corresponden a aquellas historias.
Saludos¡
Eduardo
Muchas gracias por tus palabras, Eduardo. Las historias cortas que aparecieron con los tebeos de Vértice (yo las conocí en los pertenecientes a los vol. 2 y 3) procedían de las series antiguas de la casa previas a la aparición de los superhéroes, sobre todo de «Amazing Fantasy» y «Strange Tales». Panini ha sacado no hace mucho algunos volúmenes recopilatorios, sobre todo de «Amazing Fantasy» (centrándose en el trabajo de Ditko), que es a lo que supongo que te refieres. Muy recomendables, claro.