Han Solo, el patito feo de Disney Star Wars

Los personajes de Star Wars                            La guerra de las galaxias

Cartel de Han Solo, una historia de Star WarsCierto, yo también creo que no era especialmente necesario que Disney decidiera asomarnos a la juventud y primeros pasos del emblemático Han Solo —como tampoco lo había sido saber cómo fueron conseguidos los planos de la Estrella de la Muerte, en el previo Rogue One (2016). Una de las gracias de todo carismático aventurero de pasado ambiguo es justo eso, la ambigüedad de su pasado, que hace tan atractiva la especulación acerca de su vida anterior al momento en que nos lo presentan, y que permite que cada uno dote de contenido particular a las referencias sugeridas por los diálogos o por los encuentros con antiguos conocidos del personaje en cuestión. Ahora bien, en su voracidad, la Disney había encontrado un modo de no agostar con excesiva rapidez el nuevo filón que había supuesto la compra a George Lucas de su franquicia Star Wars: proponer una nueva trilogía, estrenar sus títulos con menor intervalo que las dos anteriores (de dos en dos años y no de tres en tres) y, jugada maestra, rellenar el año de descanso con eso que los americanos llaman spin off (y nosotros, tan sugestionados por la fácil sonoridad del inglés, hemos dejado sin traducir), esto es, aventuras integradas justo en el pasado anterior al film con el que se inició la saga, la mítica La guerra de las galaxias (1977). La jugada salió muy bien con la antedicha Rogue One, pero pinchó inesperadamente con Han Solo, hasta ahora el único fracaso comercial de la franquicia (¿realmente estas películas pueden perder dinero?). La ironía es que, si Rogue One es un título mediocre y sin interés, Han Solo acaba erigiéndose como un muy estimable film de aventuras espaciales, digno precisamente del film de partida.

A priori, el carisma del héroe hacía complicado el proyecto, pues a la vez había que competir con el recuerdo del original y proponer un solvente ejercicio de retrospección, presentando al personaje en su juventud y, por tanto, en la senda para acabar convertido en el aventurero de irresistible cinismo (pero evidente nobleza interior) con que se tropiezan los idealistas Luke Skywalker y Leia Organa en su lucha contra el Imperio. Tal vez por ello, el estudio decidió volver a confiar en el veterano Lawrence Kasdan, coguionista de El Imperio contraataca (1980) y El retorno del Jedi (1983), y asimismo participante en el libreto de Star Wars: El despertar de la Fuerza (2015). Kasdan, eso sí, firma su trabajo junto a su hijo Jonathan, cuyo previo currículum consiste, ante todo, en un par de películas escritas y dirigidas por él mismo y algunos guiones televisivos.

Es evidente que los dos Kasdan facturan un guion carente de la menor originalidad, que incluso copia elementos y situaciones de fuentes ajenas, como iré desglosando, pero también que, en conjunto, posee la adecuada coherencia psicológica y la necesaria progresión narrativa. Lógicamente, a la hora de plantear su trabajo, era obligado contar tanto el encuentro de Han Solo con su fiel Chewbacca como su adquisición del imprescindible Halcón Milenario (lo que implicaba asimismo la aparición de otro personaje de la trilogía clásica, el también aventurero Lando Calrissian, primer dueño de la nave). Del mismo modo, el guion también hace uso de otra de las pocas referencias de Han Solo a su pasado antes de La guerra de las galaxias: en su presentación como piloto ante Luke y Ben Kenobi, declaraba ser el hombre que batió el récord de velocidad en el vuelo a través del Corredor de Kessel, lo cual da pie en este film al episodio correspondiente.

El Halcon Milenario, siempre la nave mas carismatica de la galaxiaOtro veterano recibió el encargo de la dirección. En este caso, Ron Howard, antiguo niño prodigio reciclado en el típico realizador-para-todo del Hollywood del mainstream, que desde mediados de los 80 ha demostrado sobrada-mente su solvencia para satisfacer los objetivos comerciales de las majors, brindando una filmografía plagada de títulos de gran éxito en su temporada que se olvidan casi por completo poco tiempo después, al estilo de Cocoon, Willow, Apolo 13, Una mente maravillosa o El código Da Vinci. Pues bien, aun con semejante colección de bodrios a sus espaldas (y también alguna que otra película estimable, cierto es), la realización de Howard destaca dentro de la saga Star Wars por la limpieza de su narración, por el modo en que no se deja devorar (dentro de un orden, claro…) por el confusionismo digital tan propio de esta era. Es mérito de Howard que el espectador tenga claro, en todo momento, lo que sucede en pantalla, y que los espectaculares escenarios recreados en ordenador luzcan sin parecer un mero alarde.

Por lo demás, las cosas claras. El primer reto era encontrar a alguien que diera vida a Han Solo sin desentonar con el recuerdo de Harrison Ford. Yo mismo, que no siento mucho aprecio por las cualidades de este último (siempre me ha parecido un actor vacío, es decir, sin nada que aportar a sus personajes más allá de las exigencias del guion), todavía creo que sus dos primeras interpretaciones de Han Solo componen un rol sugestivo y memorable, sin lugar a dudas lo mejor de toda su carrera.

El elegido fue Alden Ehrenheich, un actor que para muchos (para mí mismo) era un completo desconocido pero que, en realidad, tenía a sus espaldas eso que llaman una «carrera ascendente», con roles progresivamente importantes a las órdenes de directores de relevancia (Coppola, Woody Allen, los hermanos Coen o el inefable Warren Beatty). Supongo, eso sí, que en su elección fue fundamental su apostura y cierto aire parecido a Ford. Lo cierto es que, salvo para obcecados que, yo qué sé, hubieran preferido una recreación digital del personaje, Ehrenheich no solo se parece al hombre que luego fue Indiana Jones sino que hace un buen trabajo copiando sus ademanes y sus tics más reconocibles, como esa forma de sonreír estirando solo una comisura de los labios. Pero es que, además, su interpretación me parece de lo más adecuada: que poco a poco dejemos de pensar en Ford y atendamos solo a lo que hace Ehrenheich es el mejor reconocimiento que se puede a su buena actuación.

Alden Ehrenheich y Harrison Ford, o sea, Han Solo

Por lo demás, lo que cuenta el film es sencillo: cómo el joven Han Solo, después de atravesar una infancia terrible en su planeta de origen, consigue huir de él y empezar una accidentada trayectoria que acabará convirtiéndolo en el aventurero endurecido de La guerra de las galaxias. Una dureza que, ya sabemos, no hace sino esconder una nobleza interior que irá surgiendo a la luz, inconteniblemente, a lo largo de la trilogía original y que, era lógico, tuvo que ser enterrada por sus experiencias de juventud. Pues bien, eso es lo que se encargará de plantear Han Solo, y será la traición (doble: de la mujer a la que amaba y del hombre al que consideraba su maestro) la que moldee esa máscara de cinismo.

El film arranca en el planeta nativo del protagonista, llamado Corelia (que yo recuerde, el entrañable adjetivo coreliano no había aparecido en las películas sino en los libros y demás materiales adicionales a la saga, y yo al menos ignoraba qué significaba), un mundo consagrado a la fabricación de naves espaciales (por ejemplo, los famosos cruceros imperiales), por ello sometido a un control draconiano por el Imperio. El joven Han crece en el entorno más opresivo posible: un conjunto de organizaciones criminales controla el tráfico de productos bélicos, incluido el más valioso de todos ellos, el coaxium (el combustible que hace funcionar los transportes en el universo Star Wars), y esclaviza a huérfanos como a él mismo, convirtiéndolos en ladronzuelos al estilo Oliver Twist. Precisamente, la dueña de Han es una jefa criminal llamada Lady Proxima, cuya apariencia física horrible y gomosa —si bien de constitución escuálida y no obesa— es similar al de otro boss galáctico con el que el aventurero tendrá mucho que ver en el futuro, Jabba el Hutt.

Emilia Clarke es Q'ira, la amada del joven Han SoloEl único horizonte vital de Han es escapar de Corelia, y hacerlo con la chica a la que ama, Qi’ra. Precisamente, el arranque de la película cuenta el modo en que el muchacho consigue llevar a cabo su empresa (después de una vertiginosa persecución hacia el espaciopuerto, que tiene el objeto de mostrar cómo, desde siempre, el protagonista tiene una especial habilidad para la conducción de vehículos en circunstancias extremas). Ahora bien, el precio será que, en el último instante, Qi’ra vuelve a ser capturada por los sicarios de Lady Proxima. Hundido por la pérdida, Han jura volver algún día a rescatarla, pero de momento su única salida es enrolarse nada menos que en las filas del ejército imperial. Y he aquí el buen guiño mitómano: en el momento de enrolarse, y al decir que no tiene apellido, el imaginativo (y a la vista está, culto) funcionario de reclutamiento, al decirle él que siempre ha estado alone, es el que crea el alias por el que ya lo conoceremos para siempre, Han Solo.

El siguiente segmento, situado tres años después, sigue dejando bien claro las infernales condiciones en que el joven Solo se abre paso en la vida. Convertido en un mero número del ejército imperial (pues no pertenece a la élite, a las blanquísimas tropas de asalto), en carne de cañón en refriegas bélicas destinadas a añadir nuevos territorios al Imperio, su bocaza ya le brinda malas pasadas. Castigado a morir en una celda subterránea enfrentado a un monstruo —escena que Kasdan copia de sí mismo: era uno de los momentos del rescate del mismo Han en El retorno del Jedi—, será justo allí donde el muchacho encuentre a quien acabará siendo el más leal compañero, el wookie Chewbacca, como él un mero soldado imperial igualmente castigado. En otro rasgo de ingenio (delirante, pero ingenioso), si Han consigue convencer a ese tipo enorme de que unan esfuerzos para huir en vez de perder tiempo destrozándolo a cachitos, es porque… habla el wookie (¡y de hecho, lo demuestra soltando algunos rugidos, para alborozado pasmo de la audiencia!). Dejando de lado los elementos mitómanos, lo cierto es que vuelve a tratarse de una buena secuencia, que resuelve de modo muy coherente y atractivo el que era uno de los episodios obligados de la trama.

Woody Harrelson, excelente en Han SoloSi Han convence a Chewbacca —enseguida le dirá que su nombre es muy largo y que se lo va a acortar: surgirá así el entrañable Chewie— de que no lo mate y huyan juntos es porque previamente ha descubierto a un trío de contrabandistas infiltrado entre el ejército imperial, dispuestos a aprovechar el caos bélico para sus actividades, a cuyo líder líder, Beckett (Woody Harrelson, que está tan bien como en sus coetáneas interpretaciones, muy lejos del actor horrible y desaforado de su época más estelar) le ha caído en gracia. Los dos se unen así a una banda que, además de Beckett, forman Val, su mano derecha y amante, y Rio, su piloto de seis manos.

El quinteto enseguida protagoniza el siguiente segmento de la historia, el robo de una carga de coaxium en un escenario ciertamente atractivo: un vertiginoso tren que, como una montaña rusa, se desliza sobre una vía aérea que bordea montañas de increíble altura. Howard consigue extraerle un notable partido a este alarde digital mediante una secuencia que combina el espíritu de esos momentos de western en que se producen duelos sobre el techo de un tren con el aire de una «misión imposible», por cuanto las dificultades se acumulan para el grupo de contrabandistas hasta el punto de acabar con la vida de dos de sus miembros: Rio (lo que se esperaba, pues está claro que Han debía ascender al puesto de piloto) y Val (en este caso de modo más bien gratuito, tal vez para «limpiar» de personajes una trama que corría el riesgo del protagonismo coral).

Todo lo anterior ocupa apenas 35 minutos de película, y en realidad es más bien la introducción a la verdadera aventura que convertirá al joven coreliano en Han Solo. Esa aventura consiste en la misión que ata a los tres supervivientes (Beckett, Han y Chewbacca) al hombre que había contratado el robo del coaxium y que no admite fracasos: Dryden Vos, líder de un consorcio criminal que viaja en una nave con forma de torre, y al que da vida el excelente Paul Bettany (presente en otra saga de Disney, la de Marvel, encarnando al androide conocido como la Visión). Obligados a proporcionarle otro cargamento igual que el prometido, solo que en condiciones más peligrosas, Dryden une a la aventura a alguien de su confianza, que resultará ser nada menos que Qi’ra, convertida en una mujer prematuramente probada por la vida, si bien Han, cegado por el amor, se empeñará en ver en ella a la misma muchacha a la que amó en Corelia. Por desgracia, la complejidad dramática del personaje supera las capacidades de Emilia Clarke (estrella televisiva de la serie Juego de tronos), sin duda la peor intérprete de la función.

El joven Lando Calrissian, Donald GloverVos unirá a Qi’ra al grupo de Beckett, pero la nueva misión imposible exige una nave especialmente rápida: lógicamente, esta ha de ser el Halcón Milenario, lo cual conduce al joven Lando Calrissian, su dueño (es un buen golpe de humor que, contraviniendo las expectativas del público, Han pierda contra Lando la partida por la posesión de la nave, de tal modo que han de contratarlo e ir con ellos). Inesperadamente, la contrapartida juvenil del muy soso Billy Dee Williams, resulta un personaje de mucho mayor interés que en la trilogía clásica, gracias a la relajada interpretación del polifacético Donald Glover (músico, actor de doblaje, guionista y realizador de tv, entre otras actividades). A la vez, Lando viene acompañado del enésimo robot carismático que propone la moderna saga Star Wars, si bien esta vez resulta original: L3-37, una androide femenina que al mismo tiempo es activista de los derechos de las máquinas (!), y aunque en más de un momento resulta cargante, la disparatada química (¡incluso tensión sexual!) que se manifiesta entre Lando y ella salva la función en la medida de lo posible.

El segmento en las minas de Kessel (para el cual los guionistas se «inspiran» en la incursión de Han y Luke en la Estrella de la Muerte, de La guerra de las galaxias, y en el episodio en el escenario homónimo de Indiana Jones y el templo maldito) resulta demasiado largo, si bien Howard sigue narrando con el debido vigor. El epílogo a esta peripecia es la esperada carrera a través del susodicho Corredor, en la que Han sustituye a los mandos a Lando (herido en el planeta minero y, además, embargado por el dolor ante la muerte de L3-37), que resulta tan trepidante como emocionante, justificando por completo la mitomanía que amparaba la referencia, «doctorando» así al protagonista en pilotaje.

[Quien no conozca el final de esta película debe dejar de leer aquí]

Alden Ehrenheich es Han SoloLa parte final, posiblemente la más conseguida de toda la película, tiene lugar en un desértico paraje costero (considerablemente fotogénico, por cierto) en un mundo llamado Savareen, el punto de encuentro convenido con Dryden Vos. Allí, se desarrollará una múltiple intriga a varias bandas por el codiciado coaxium, con la aparición de una célula de incipientes resistentes contra el Imperio que aspira a darle otro uso al combustible. Una intriga que, por tanto, gira en torno al concepto de lealtad y que obligará a posicionarse a cada uno de los personajes en función de la carga de cinismo, idealismo o, sencillamente, resignación existencial que arrastran consigo. El peso dramático que, a esas alturas, poseen los personajes tiene la capacidad de hacer que el espectador sea capaz de comprenderlos a todos. Así, si Beckett traiciona a Han es porque una vida continua de incertidumbre —y que acaba de darle el golpe supremo al hacerle perder a la única persona que le importaba, Val— lo ha conducido al más encallecido nihilismo, de tal modo que para él ya solo cuenta la supervivencia; y si también Qi’ra acaba abandonando a Han (aunque después de matar a Vos y salvar la vida al joven, y dejarlo irse con el coaxium) es porque sabe que su historia de amor no tiene futuro porque ellos (sobre todo ella) ya no son los mismos1.

En cuanto a Han Solo (y su ya para siempre fiel Chewbacca), renunciará al coaxium para entregárselo a esos resistentes que le hablan de una Alianza Rebelde que se está formando para acabar con el Imperio y donde, le dicen, alguien con su capacidad de liderazgo puede ser muy útil. Pero el joven coreliano, endurecido por la doble traición de Beckett y de Qi’ra, preferirá seguir su propio camino, dejando de lado cualquier empresa que implique un lazo emocional y, por tanto, la posibilidad de que vuelvan a dañarlo. Una magnífica conclusión, puesto que permite enlazar con notable coherencia psicológica a este joven Han Solo con el que acabará uniéndose tiempo después a la Alianza, justo cuando, de nuevo, y ya para siempre, encuentre el amor. Entretanto, lo que sí tiene claro Han es que necesita esa nave que, bajo sus manos, ha probado ser una prolongación de sí mismo, por lo que busca de nuevo a Lando y lo reta a una partida que ahora sí sabemos quién ganará…

El cartel de Han Solo, old fashioned

1 Por cierto, que la salida de escena de Qi’ra tiene lugar después de conectar con el verdadero jefe de Dryden Vos (todos ellos pertenecientes a la misma organización, Amanecer Escarlata), el cual no es sino… Darth Maul, aquel sith de aspecto sugestivamente aterrador que, en Star Wars: La amenaza fantasma, era despachado en un solo combate por Liam Neeson después que pareciera que teníamos villano para toda una trilogía. He leído en la Red que el personaje había resucitado previamente en los spin-offs de animación de la saga, y es que el universo Star Wars ya es demasiado complicado como para poder seguir todos sus tentáculos.

FICHA DE LA PELÍCULA

Título: Han Solo, una historia de Star Wars / Solo: A Star Wars Story. Año: 2018.

Dirección: Ron Howard. Guión: Jonathan Kasdan y Lawrence Kasdan. Fotografía: Bradford Young. Música: John Powell. Reparto: Alden Ehrenheich (Han Solo), Emilia Clarke (Qi’ra), Woody Harrelson (Beckett), Paul Bettany (Dryden Vos), Joonas Suotamo (Chewbacca), Donald Glover (Lando Calrissian). Dur.: 130 min

Acerca de Jose Miguel García de Fórmica-Corsi

Soy profesor de historia en el IES Jacaranda (Churriana, Málaga).
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5 respuestas a Han Solo, el patito feo de Disney Star Wars

  1. ¡Estelar artículo! Y una deuda que saldas con tus lectores…
    Yo sí recuerdo que en «La guerra de las galaxias» (o «el episodio IV» o «Una nueva esperanza», como quieras llamarla) aparecía una referencia al planeta de origen de Han Solo. Este ponderaba la velocidad del Halcón diciendo que había vencido a «destructores de tipo Corelia», que seguro que el guionista no tenía mucha más idea que el traductor de lo que se trataban. Incluso, si no recuerdo mal, el «corredor» de Kessel era traducido como la «carrera», lo cual me hacía imaginar el Halcón Milenario como una nave dedicada a la competición, y a Harrison Ford repitiendo su papel de camionero en «American Graffiti». En el discurso, había otro término fascinante -«parasegundos»- que no volvió a aparecer hasta la trilogía de 1999, ya como «parsec» (cuanto más material Star Wars había en el mercado, con menos libertad debían de sentirse los traductores, así que nunca volveremos a escuchar, como en «El Imperio contraataca», «el reverso tenebroso de la Fuerza»).

    • Las traducciones de las primeras películas de la saga Star Wars darían para un jugoso artículo (y las pronunciaciones en el doblaje: recordemos que «Leia» se convertía en «Lía», o que el «yedi» de ayer se transformaba en el «yedai» de mañana), de ahí parte de la ambigüedad sobre los conceptos de la «carrera de Kessel» y de «Corelia». En cualquier caso, lo que sí recuerdo perfectamente es que el adjetivo «coreliano» se utilizaba con profusión, para referirse a Han, en las novelizaciones de las tres primeras películas (que yo, fan irredento, me compré… del mismo modo que, entre «El Imperio contraataca» y «El retorno del Jedi», escribí una tercera parte, que ahora lamento mucho haber dejado perder como se pierde la infancia: seguro que ahora me reiría a mandíbula batiente de mí mismo).

      Por cierto, que es una pena que «el reverso tenebroso de la Fuerza» se convirtiera en el más seco (y correcto, claro) «lado oscuro de la Fuerza». La fuerza, valga la redundancia, y cualidades poéticas que tiene el primer término es irrepetible.

  2. Renaissance dijo:

    Solo fue una película entre sosa y entretenida, el fracaso de Disney pero también sirvió para algo importante: evitar que Disney siguiera adelante metiendo películas anuales entre la trilogía en una cartelera donde practicamente solo parecía posible ver Star Wars o Marvel (parafraseanndo a Charlton Heston en El planeta de los simios: al final lo hicieron, malditos. Y ahí tenemos a bebé Yoda y Disney +).
    De la película, más que la historia, que me pareció una mezcla de varios géneros efectiva, pero que no aportaba nada en concreto, me llamó también la atención el reparto de actores: un joven Han Solo muy eficiente y crucificado injustamente, un Donald Glover en su salsa como Lando y una Emilia Clarke sosa hasta los extremos.
    Y también coincido en la apreciación de Harrison Ford: como actor, no aporta nada. Es simplemente, un tipo que ha tenido en su carrera la fortuna de ser Rick Deckard, Indiana Jones y Han Solo. Buenos papeles con buenos diálogos que un actor que se encontró en el lugar justo en el momento adecuado, se limitó a recitar con eficienia pero sin nada especial.

    • Desde ese punto de vista, al menos algo bueno ha tenido el fracaso de «Han Solo», porque era de temer una saturación de precuelas o vueltas a los orígenes. Lo malo es que la película que para mí sí es mediocre del todo, «Rogue One» fue un gran éxito…

      En cuanto a Harrison Ford, lo mejor que puede decirse de él es que, puesto a ser un actor discreto, mejor serlo a su modo: poco expresivo; lo contrario, en un actor malo, lo convierte en nefasto. En un Nicolas Cage, vaya…

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