En Recuerda que has leído: El inocente

El inocente, de Mario LacruzPublico en el blog literario Recuerda que has leído un artículo sobre un libro que he descubierto recientemente, y que vuelve a subrayar mi desconfianza hacia la historia «oficial» de las letras españolas: ¿cuántas joyas y autores no se encuentran bajo sus alfombras solo por hallarse en terrenos todavía no ubicados en la literatura de prestigio, o por desentonar sus autores de la corrección ideológica, o sencillamente por ser difíciles de etiquetar para unos teóricos  especialistas que, sin etiquetas, no sabrían qué hacer? Se trata de El inocente, una formidable novela escrita por un hombre, Mario Lacruz (1929-2000), que dirá poco a la mayoría de lectores pero que, en el ámbito profesional, fue muy conocido por haber sido uno de los mejores editores del siglo XX, desde sellos como Plaza y Janés, Argos Vergara o Seix Barral. La absorbente dedicación a este empeño lo alejó de la creación personal, hasta el punto de que, en vida, solo publicó tres libros y algunos relatos. El primero de ellos fue El inocente, una novela que los expertos en la literatura policiaca de este país consideran que inaugura el género en España. Por supuesto, tampoco es verdad, pero para ello habría que dar el rango de «literatura» a la narrativa popular que tanto se leyó en nuestro país en aquellos tiempos en que, sin el entretenimiento de la televisión, leía cualquiera que supiera leer. En cualquier caso, El inocente escapa de los márgenes ortodoxos del género (por supuesto, no por renegar de él) para erigirse en una espléndida narración existencial en torno a un hombre que, contradiciendo el título que en teoría lo define, se siente embargado por una culpa metafísica que lo impulsa a huir hacia ninguna parte. Es un policiaco tan poco al uso que incluso fue publicado en la maravillosa colección «Tus Libros» de Anaya, en teoría concebida para eso que llaman (otra etiqueta) jóvenes lectores, colección de la que me temo que sería uno de sus títulos menos vendidos. Por cierto que hay adaptación cinematográfica, y de lo más estimable: le cambió el título por el de Muerte al amanecer (1959), y unas cuantas cosas más, puesto que la Censura vigilaba más el cine que la literatura, supongo que ya se contaría con que en España, ayer y hoy, siempre habrá más espectadores que lectores, pero aun así es admirable. En un próximo artículo, dedicado a las muchas joyas que atesora el cine policiaco español (¡del franquismo!) hablaré de ella, pero ya advierto que ni de lejos se acerca a la memorable entidad del libro.

En Recuerda que has leído: El inocente

Acerca de Jose Miguel García de Fórmica-Corsi

Soy profesor de historia en el IES Jacaranda (Churriana, Málaga).
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