Publico en Delirio nº 13 una reseña sobre El pueblo de los malditos

Delirio 13Toca una de autobombo… que a su vez lo es con respecto a una publicación que merece mucho la pena. El esforzado editor Paco Arellano ha incluido una crítica/reseña mía en el número 13 de la excelente revista Delirio, que publica su editorial, la entrañable La Biblioteca del Laberinto. Con una periodicidad marcada por los avatares editoriales de un proyecto modesto y que se hace desde el cariño a la literatura de género (abarcando, en especial, aquellos autores y manifestaciones que todavía no han conseguido escapar, muchas veces con injusticia, del ámbito minoritario de los aficionados más incombustibles), Delirio ofrece una atractiva propuesta de ciencia-ficción y fantasía, que se centra en el relato y el cuento corto, pero que no excluye la poesía y, en el caso que me ocupa, el ensayo. El número 13 de esta revista ofrece muestras de autores consagrados como M. R. James, Ramsey Campbell o Ursula K. Le Guin, junto a otros menos conocidos, y recientes, como David Moody o Benjamin Rosenbaum, más autores españoles (por tanto, y es triste decirlo, todavía más ignotos), como Lem Ryan o Elia Barceló.

En el apartado de ensayo, la revista incluye tres artículos. El primero, de Tatiana Martino, se titula Bibliofilia del absurdo y aborda, por desgracia con mucha brevedad, el siempre fascinante tema de los libros inventados: en la literatura, por ejemplo, en el llamado círculo de Lovecraft, y en la así llamada realidad, como el anónimo Catálogo del conde de Fortsas (1840) que más de un bibliómano creyó auténtico. El segundo es de Javier Martín Lalanda, profesor de la Universidad de Salamanca (¡de Didáctica de las Matemáticas!), experto en literatura medieval (responsable de importantes ediciones y traducciones; cito una: la Carta del fascinante Preste Juan, el supuesto rey-sacerdote de un rey cristiano situado más allá del mundo islámico, que publicó en Siruela) y especialista en literatura fantástica. Su artículo, De los polos al centro de la Tierra, aborda un subgénero poco conocido de la fantasía como es el de la tierra hueca; es decir, la existencia en el interior de nuestro planeta de mundos y civilizaciones que han evolucionado al margen de la historia exterior. Para mí, es incluso emotivo ser su «vecino» de página.

Por último, el tercer artículo es el mío. Se titula John Wyndham en el cine. Tal vez este nombre hoy signifique poco, salvo, como siempre, para los incondicionales de la ciencia-ficción. Inglés, nacido en 1903 y muerto en 1969, en los años 50 se convirtió en uno de los autores más reconocidos del género, gracias a novelas como El día de los trífidos (1951), Kraken acecha (1953) y Las crisálidas (1955). Sin embargo, hoy se le recuerda sobre todo por las versiones cinematográficas de otra de sus novelas, Los cucos de Midwich (1957), si bien bajo el rebautizo que sufrió en su primer paso a la gran pantalla: El pueblo de los malditos.

Recuérdese su trama: un buen día, los habitantes, tanto humanos como animales, de un pueblecito inglés, Midwich, sufren un inesperado desvanecimiento que dura 24 horas. El pueblo queda aislado de la vida por una zona más allá de la cual todos quienes intentan entrar sufren el mismo desmayo. Las consecuencias de ese «día que no existió» es que todas las mujeres en edad de procrear quedan embarazadas, solteras y casadas, vírgenes y viudas, y dan a luz a unos niños de aspecto inquietante (pelo rubio y lacio, uñas estrechas, pupilas doradas) que en pocos años alcanzan un desarrollo muy superior, en crecimiento e inteligencia, al que les correspondería por edad. Incluso desde las barrigas de sus madres, los niños manifiestan una misteriosa capacidad para anular las voluntades de quienes están ante ellos y, con el tiempo, empiezan a protagonizar incidentes graves, que concitan el rechazo, el miedo y finalmente el odio de cuantos viven en el pueblo, además de mostrar terribles capacidades y una completa falta de emociones. Como puede deducirse, estamos ante una variante muy inteligente de un tema muy propio de la década en que se escribió: las invasiones extraterrestres, bien trufada de influencias de la guerra fría entonces en su apogeo.

Poster francés de El pueblo de los malditos, de Wolf Rilla

Adelanto ya que la novela es espléndida pero ninguna de las películas consigue reproducir su tremenda densidad, la cual nace, claro, de ese tratamiento sobre un emblema tan asumido de la inocencia como es el Niño, y de la consiguiente violación de lo cotidiano. El mismo cine inglés la llevó enseguida a la gran pantalla bajo el rebautizo de El pueblo de los malditos (1960, Wolf Rilla). Se trata de un film que, como digo, es inferior al libro pero muy disfrutable: seco y austero, como el cine de ciencia-ficción británico de su época, con espléndidas interpretaciones (el protagonista, genial, es el gran actor George Sanders, conocido secundario del Hollywood clásico) y un final antológico, que justifican su reputación de clásico «menor» del cine.

Pocos años después se hizo una continuación, esta ya casi por completo desconocida, bajo el título de Los hijos de los malditos (1963, Anton M. Leader), que en determinados aspectos es incluso más interesante que el film anterior. Y ello por una afortunada inversión de la premisa original. Si en el film de Rilla  los niños son claramente una amenaza hostil cuya implacable forma de recurrir al asesinato como defensa elimina cualquier simpatía sobre ellos, en Los hijos de los malditos se va dando sutilmente la vuelta a esta idea: aquí acabará siendo el ser humano, menos desarrollado, la especie claramente peligrosa, hostil e incluso asesina en su propósito de defenderse de lo que no comprende.

Por último, Hollywood acabó fijándose en esta historia para rehacerla y dar su propia versión. En principio, el proyecto prometía, pues de él se encargó el tal vez mejor director de cine fantástico surgido allí desde los años 70 hasta la actualidad, el gran John Carpenter, del que alguna vez me he ocupado (por ejemplo, comentando su entrañable díptico formado por 1997: Rescate en Nueva York y 2013: Rescate en L. A.). Lamentablemente, en esta ocasión el director no acertó, contentándose con adaptar de forma anodina e impersonal la película de Wolf Rilla (que no la novela de John Wyndham). El pueblo de los malditos (1995), fuera de algunos momentos de inquietud genuina que dejan con ganas de más, decepciona por su escasa ambición, además de contar con un reparto lamentable (Christopher Reeve será entrañable como Superman, pero como actor era muy flojito y hace el ridículo en comparación con George Sanders) y de copiar de Rilla los momentos culminantes, como el final.

Por supuesto, para más detalles, recomiendo la compra de Delirio… si la distribución (tan poco agradecida hacia las propuestas de las editoriales más modestas, y hablo por mi Málaga natal) y la venta en librerías (lo mismo, o peor) permite encontrarla.

Acerca de Jose Miguel García de Fórmica-Corsi

Soy profesor de historia en el IES Jacaranda (Churriana, Málaga).
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2 respuestas a Publico en Delirio nº 13 una reseña sobre El pueblo de los malditos

  1. benariasg dijo:

    Interesante portada y mejor sumario. Enhorabuena.

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