Regreso a Fantasía: La historia interminable en el cine

La historia interminable (1984)

La película de Wolfgang PetersenEl éxito mundial de la novela de Michael Ende aconsejó llevarla al cine cuanto antes. Se hizo en 1984, bajo producción germana autóctona, si bien con apoyo de Hollywood y rodaje en inglés, por tanto con mayoría de intérpretes norteamericanos, aunque poco o nada conocidos. El realizador escogido, Wolfgang Petersen, acababa de obtener un gran éxito internacional con El submarino (1981), y después de su nuevo acierto en la taquilla, se incorporó definitivamente al cine de Hollywood, donde ha desarrollado, hasta ahora, el resto de su carrera, con títulos tan populares como Air Force One (1997) o Troya (2004). La colisión entre ambos países provoca, de entrada, una combinación poco afortunada. Alemania, país mayoritariamente productor, aporta el exquisito sentido plástico de su tradición en el campo de la fantasía, que se remonta, claro, al cine mudo, pero que en el sonoro había dado sobradas muestras de sugestión —el díptico El tigre de Esnapur / La tumba india (1959, Fritz Lang) o el remake sonoro de Los nibelungos (1966, Harald Reinl), también dividido en dos partes, y mucho mejor de lo que se dice—. Del cine norteamericano lo que se tomó, por desgracia, fue la blandenguería y el ternurismo propios del llamado cine para toda la familia, sobre todo con niños dentro: el concepto que por entonces estaban difundiendo Steven Spielberg y George Lucas, aunque no sólo ellos.

De ahí la importantísima modificación que sufre, de entrada, la historia urdida por Ende: Bastián deja de ser el niño gordo y con complejos del libro (lo cual hacía lógico su deseo de transformación) para convertirse en un querubín «a-do-ra-ble» con el trauma de la reciente muerte de su madre, ante lo cual se refugia en los libros, y al que tres matones escolares (cuyo aspecto, por supuesto, no es «a-do-ra-ble») le persiguen por la calle, ante la impasibilidad de los peatones, para tirarlo a un contenedor de basuras. Es muy lamentable la trivialización final con respecto al libro: salvada Fantasía, el primer deseo del niño será perseguir con el dragón a los niños para tirarlos al contenedor (con lo cual, la moraleja es alucinante: cuando tienes la ventaja, tómate la revancha, muy educativo, sí, señores de Hollywood).

El estupendo ComerrocasPor otro lado, la adaptación de la novela prescinde de su segunda mitad, es decir, de las aventuras de Bastián en Fantasía, que constituían lo más adulto del libro (como indico en mi comentario literario, también lo más decepcionante, por sus inmensas posibilidades). De haberse rodado un par de décadas más tarde, hubiera dado para una trilogía. Pero en 1984, sencillamente se debió de pensar que: 1) el tono adulto de esa segunda parte, aun rebajado en consonancia con lo hecho con la primera, iba a tener difícil encaje con el reductor planteamiento escogido; 2) la dilatación de la historia exigía un metraje demasiado alargado, lo que todavía no se llevaba en este tipo de cine. De ahí que todo se reduzca a ver cómo Bastián lee el libro que ha sustraído de la librería del señor Koreander —pero, puaj, se cuida de dejar una nota en la que advierte que lo devolverá: qué niño más «a-do-ra-ble»— y asiste a las aventuras de Atreyu mientras éste busca un remedio para la enfermedad de la Emperatriz Infantil, remedio que no es otro que el mismo niño que está leyendo cuanto hace. De ahí que, una vez conseguido, el «premio» del niño no sea permanecer en Fantasía, con el muy sombrío periplo que da origen a la progresiva transformación de su personalidad, sino dar unas cuantas vueltas con el dragón Fújur y darle su merecido a sus acosadores. La película, por lo tanto, no pretende otra cosa que efectuar un canto a la fantasía (con mayúscula o minúscula, qué más da), sin perderse en vericuetos de mayor densidad.

Pues bien, asumiendo dicha falta de ambición, el propósito no fracasa del todo, pese al terrible lastre que supone todo cuanto tiene que ver con ese detestable Bastián, y lo insoportables que resultan los tres niños actores que interpretan a Atreyu, a la Emperatriz Infantil —pese al maquillaje, la niña que la interpreta sólo consigue aparentar lo que es, una niña, lejos de la inquietud que debía haber poseído un personaje que, se dice en el libro, es el más viejo de todo el reino— y al mismo Bastián. (Añadamos también la meliflua musiquilla de Giorgio Moroder y la espantosa canción de Limahl, que menos mal que sólo sale en los créditos iniciales y finales: con lo que en su día nos gustó…)

La Vetusta MorlaEn el crepúsculo ya de una forma de concebir la fantasía basada en los efectos artesanales —maquillajes a mano, uso de miniaturas y matte paintings, transparencias, trucos propios del ilusionismo visual de toda la vida—, a punto de quedar postergada por la fría perfección de los recursos infográficos, La historia interminable desborda encanto plástico, tanto en la presentación de los distintos escenarios como en la galería de criaturas fantásticas (descontados Atreyu y la Emperatriz) que conforman una panoplia incluso adorable. Entre las criaturas destacan: ese cataclismo ambulante que es el maravilloso Comerrocas; los súbditos de la Emperatriz que aguardan en la terraza de la Torre de Marfil, componiendo un caleidoscopio de seres imposibles (los enormes cabezudos o los seres trifaces, por ejemplo) o la Vetusta Morla, tortuga gigantesca a cuyo rostro, muy parecido al de E.T., por cierto, se otorga una considerable expresividad (me gusta menos el dragón Fújur, más por su rostro perruno que por su advocación de dicha criatura en su forma oriental, espíritu del agua y no del aire, heredada, eso sí, del libro y de las estupendas ilustraciones de Roswitha Quadflieg). Entre los escenarios, la misma Torre de Marfil, alzándose como una flor de larguísimo tallo que se eleva sobre una tierra de oscuridad; el Pantano de la Tristeza, con sus médanos cubiertos por la niebla; o el enigmático y solitario enclave donde se alzan las dos letales esfinges que forman el Oráculo del Norte.

La dirección de Wolfgang Petersen, hombre fiable pero nada brillante, elude cualquier tipo de implicación personal, contentándose con la más fría eficacia, amparado en la excelente envoltura visual. En especial, brillan aquellos momentos en que la atmósfera crepuscular —ya notable desde las páginas del libro— se impone de modo incontenible a la historia. A este respecto destacan dos secuencias: la odisea de Atreyu en el Pantano donde encontrará a la Vetusta Morla y donde está a punto de acabar, nada más empezar, su misión, y su llegada a la Ciudad de los Espectros, lugar a punto de ser tragado por la Nada, donde descubre su propia historia trazada sobre antiguas pinturas en las paredes de un edifico a medio derruir. La tristeza incontenible de ambos episodios (remarcada por buenos detalles como la reaparición del Comerrocas, en la entrada de la Ciudad, completamente caído en el derrotismo final) resulta muy lograda. Es una lástima que, pese a estos buenos destellos, la película no consiga crear en el espectador el estado de ánimo que requería (las interrupciones continuas del malhadado Bastián también rompen el ritmo y la atmósfera, justo como pasa en el libro), contentándose con ofrecer un despliegue de maravillas que se queda siempre lejos de la verdadera implicación emocional. Con todo, merece un buen recuerdo.

La historia interminable 2 (1990)

La historia interminable 2Seis años después, en 1990, y con dirección del australiano George Miller, llegaría la segunda parte, La historia interminable 2 (en el título original se añadía: «El siguiente capítulo»). Una vez más, volvía ser una producción germano-estadounidense rodada en inglés y, por tanto, con intérpretes norteamericanos para los principales papeles. De los anteriores, y por evidente razones de edad, sólo repitió uno: Thomas Hill, que encarna al dueño de la librería de donde Bastián extrae el libro titular. Eso sí, y es significativa metáfora del film en su totalidad, de su nombre desaparece el término intermedio, y de Karl Konrad Koreander pasa a ser, sencillamente, «K. Koreander».

Pues los responsables de la película pensaron que podían hacer lo que les diera la gana con lo que quedaba por adaptar de la novela de Ende, apoyándose débilmente en ella para aprovechar su ambiente, para construir un film de fantasía familiar (idóneo para estrenar en fechas navideñas, siempre poco exigentes) sin el menor rigor conceptual ni dramático. De hecho, si no fuera un film tan insignificante, La historia interminable 2 podría ser calificada perfectamente como una de las películas más lamentables de la historia del cine, y un ejemplo óptimo de cómo, partiendo de una base si no memorable sí al menos de lo más aprovechable, pueden empobrecerse y simplificarse todas sus posibilidades hasta acabar incurriendo en la cumbre de la falta de respeto a sus posibles destinatarios.

La guionista Karin Howard —alemana que destroza la obra de su compatriota Ende—, en efecto, retoma por fin la segunda parte de la novela, pero sólo como leve pretexto argumental y para darle una villana «total» a la historia, la bruja Xayide, que en el original tenía un papel importante pero secundario. Bastián es reclamado por la Emperatriz Infantil (a gritos, desde el libro, en la tienda de Koreander) para que regrese a Fantasía y salve al reino de una nueva y misteriosa amenaza que está dejándolo «hueco» y la ha confinado, impotente, dentro de su Torre de Marfil. Bastián reingresa en Fantasía por el sencillo procedimiento de coger en sus manos el ÁURYN de la tapa del libro y va a parar a una Ciudad de Plata que supongo será la Amarganz de la novela (no se le da más nombre que el primero).

Clarissa Burt, XayideAllí reencuentra a Atreyu y Fújur y enseguida identifican que el mal procede de Xáyide, partiendo hacia su castillo (que reproduce la descripción del libro: una fortaleza con forma de guantelete que se llama La Mano Vidente). El peligro para Bastián será el mismo que en el libro: cada vez que formula un deseo (que el amuleto magico hace realidad en el acto), pierde un recuerdo del mundo real. Ahora bien, el complejo (fallido pero complejo) proceso de re-creación, caída y posterior redención de Bastián Baltasar Bux aquí se reduce a una minucia dramática: se deja seducir (de modo harto facilón) por Xayide, apartándose de sus amigos. Pues la pérdida de recuerdos carece de las terribles implicaciones que en el libro, es decir, su deshumanización y conversión en un pobre muñeco roto. La guionista Howard («presionada» o no por los productores, tanto da), empeñada en subrayar en todo momento lo evidente, se inventa una Máquina de los Deseos que, de modo literal, convierte los recuerdos perdidos del muchacho en bolitas que se acumulan en el interior del ingenio. Cuanto más se llena la máquina, menos recuerdos le quedan.

La historia interminable 2 es un horror en todos los sentidos. En primer lugar, convierte la odisea del auténtico Bastián Baltasar Bux en una pequeña prueba destinada a hacerle encontrar el valor que necesita para enfrentarse al mundo, y sobre todo para reencontrar a papá (indignantemente, papá descubre la verdadera naturaleza del libro, y él mismo se convierte en el lector emocionado de las aventuras de su hijito, dándole al final la fuerza necesaria para que regrese al mundo real y a sus brazos). Asimismo, desnaturaliza el imperfecto pero estimable canto a la fantasía que suponía la película de Petersen por la completa desidia que manifiesta en todos sus componentes «fantásicos». En este sentido, el diseño de producción denota un presupuesto bajo, casi digno de una serie B italiana de los 80: vestuario de increíble mal gusto, muñegotes que pretenden ser amenazadores y no pasan de ser muñegotes, figurantes que no saben figurar…). Uno de los mayores atentados es hacer reaparecer al inolvidable Comerrocas… ¡con un insoportable bebé al que encima llama Junior!

El querubín Bastián y un tipo vestido de pájaroLa guionista saquea sin pudor de todas partes, empezando por elementos extraídos de otras partes del libro y que considera que ahora pueden encajar bien (por ejemplo, Bastián debe usar otra vez su capacidad para dar nombres). Sin embargo, el colmo es que, con la mayor cara dura, Howard haga que la amenaza que Xayide lanza contra Fantasía sea, otra vez, la Nada que ya estuvo a punto de destruir el reino en el primer film. Otras fuentes de inspiración son más descacharrantes, como la trilogía de Star Wars (la convocatoria de Bastián está calcada del famoso mensaje que la princesa Leia introducía en R2 D2, casi con las mismas palabras: «Tú eres mi última esperanza») o las fantasías japonesas e italianas (pero no las más loables, por desgracia).

En el inenarrable final, Bastián consigue que el bien triunfe… deseando que Xayide tenga corazón (y, en el acto, una lágrima asoma a los ojos de la antes implacable bruja: qué bonito). Sensiblería, esquematismo, estupidez, maniqueísmo, ramplonería visual: es difícil acumular tanto desastre en tan pocos minutos (que, menos mal, la película no llega a los 80 minutos). Encima, los actores elegidos para dar vida a Bastián y Atreyu convierten a los del film de Petersen en intérpretes shakesperianos. Y todo ello para volver a remarcar la importancia del amor y de la fantasía en la vida de los seres humanos… Pues si la fantasía es lo que pretende salvar este engendro, dan ganas de eliminarla para siempre.

[Nota final. Existe un tercer capítulo de la «saga», rodado en 1994 por un tal Peter MacDonald, con nuevo cambio de reparto, y que ya no se basa en la novela, sino en sus «personajes». Por si acaso, yo me paro aquí.]

La Torre de Marfil

FICHA DE LA PELÍCULA

Título: Die unendliche geschichte / La historia interminable. Año: 1984.

Director: Wolfgang Petersen. Guión: Wolfgang Petersen y Herman Weigel, basado en la novela de Michael Ende. Fotografía: Jost Vacano. Música: Giorgio Moroder y Klaus Doldinger. Reparto: Barret Oliver (Bastián), Noah Hathaway (Atreyu), Tami Stronach (Emperatriz Infantil). Dur.: 102 min.

Título: The Neverending Story 2: The Next Chapter / La historia interminable 2. Año: 1990.

Director: George Miller. Guión: Karin Howard, basado en la novela de M. Ende. Fotografía: Dave Connell. Música: Robert Folk. Reparto: Jonathan Brandis (Bastián), Kenny Morrison (Atreyu), Clarissa Burt (Xayide), John Wesley Shipp (Padre de Bastián). Dur.: 78 min.

Acerca de Jose Miguel García de Fórmica-Corsi

Soy profesor de historia en el IES Jacaranda (Churriana, Málaga).
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5 respuestas a Regreso a Fantasía: La historia interminable en el cine

  1. Renaissance dijo:

    A la versión en cine de La Historia interminable muchos le tenemos cariño. Comparada con el libro, es muy imperfecta, cede a muchos clichés del cine infantil de entonces, y efectivamente, ese Bastian de la película no tiene nada que ver con el niño gordo y acomplejado del libro (ni con ese padre incapaz de sentir al que consigue salvar gracias a su viaje a Fantasía), pero visualmente es preciosa. Y más que por su argumento, recordamos la aparición del comepiedras, del caracol veloz, o incluso la muerte del caballo de Atreyu. El libro, naturalmente, es mucho mas profundo, nada que ver con la estructura de fantasía para niños ochentera que supone la película…y con la que su secuela cinematográfica no tiene nada que ver, directamente.
    Hm, sí, también está esa tercera parte que vi en el cine. Pero vamos a hacer que nuunca se ha rodado una tercera parte….Tooodo va bien…

    • Cierto, hay películas por las que, pese a sus defectos, sentimos mucho cariño, sobre todo si las vimos a determinada edad, y eso me pasa con «La historia interminable», aunque siempre me decepcionó, incluso la primera vez, lo del Bastián angelical y que la historia se interrumpiese cuando se ponía más interesante. Recuperada hoy, lo mejor es la genial galería de recreaciones de sus personajes secundarios, y ese aroma de tristeza incontenible que tienen muchos momentos, sobre todo los del pantano (ay, la muerte del caballo de Atreyu, cuánto me emocionó en su día…).

      La tercera parte no la he visto: recuerdo que el protagonista era el mismo de «Liberad a Willy», que ya es delito…

  2. fdo amsterdam dijo:

    Una verdadera aberración que hoy día, 30 años después, aún es para mí indigerible. Me estoy refiriendo a la traducción del título original, ‘Die Unendliche Geschichte’ (‘The Neverending Story’), en ‘La Historia Interminable’.

    Cualquier traductor un algo informado habría sabido que ese título de cuento ya estaba bien afincado en nuestro vocabulario desde hacía ya décadas (puede que incluso siglos) y además en bocas infantiles que saltando a la comba en las calles del barrio nos cantaban eso de «Agáchate y vuélvete a agachar que este es EL CUENTO DE NUNCA ACABAR…»

    ¿Será quizás que los cuentos han dejado de existir para autodefinirse en historias o que los niños prefieren que lo que leen sea una historia y no un cuento?

    Fernando

    Pd.
    No suelo reaccionar a tus escritos/artículos porque mi placer reside en leerlos. Que eso sí, leerte sí que te leo.

    • Pues tienes toda la razón, Fernando. El título es aberrante, aunque nos hayamos acostumbrado a él (sobre todo a edades en que ni nos planteábamos la importancia de los traducciones: que casi podíamos creer que todo se escribía directamente en español). Lo curioso es que la traducción del libro es buena (no recuerdo ahora mismo a su traductor, pero es uno de los nombres más prestigiosos de este campo en el trasvase del alemán al español: ¿Miguel Sáez, tal vez? ¿Juan José del Solar?). Lo de la Vetusta Morla, por ejemplo, me parece genial: no sé cómo es exactamente el original, pero la elección de palabras en español es estupenda.

      Y como siempre, muchas gracias por tus alabanzas!!

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