Yesterday: All You Need Is Love

Cartel de la pelicula YesterdayUn joven cantante, Jack Malick, justo cuando acababa de aceptar su completa mediocridad y de decidirse a abandonar sus proyectos artísticos, es víctima de un accidente al mismo tiempo que el mundo sufre un extraño apagón de varios segundos; una vez restablecido, descubre que nadie parece recordar la existencia de los Beatles, de modo que decide apropiarse de sus canciones, lo que le convierte, de inmediato, en un genio revolucionario de la música. La mera recensión argumental de Yesterday (2019) señala un buen número de direcciones hacia las cuales podría tender su planteamiento, pero es evidente que, ante todo, su primera baza se encuentra en la importancia que poseen los Beatles —la única palabra del título basta para situar a todo espectador— no ya en el desarrollo de la música pop (sus entusiastas dirán que de la música en general) sino de la propia cultura popular. De entrada, yo soy de aquellos que no deberían permanecer indiferentes ante su mera formulación (aunque, paradójicamente, haya tardado casi dos años en asomarme a sus imágenes). Fui un incondicional del grupo de Liverpool cuando los descubrí mi adolescencia (nunca he vuelto a adorar del mismo modo a ningún otro grupo o solista, ni a conocerme tan elevado número de canciones con un mismo origen). Eso sí, en determinado momento me sentí agotado y tardé un buen número de años en poder volver a escucharlas sin sentir una completa indiferencia: de hecho, es un fenómeno que no deja de sucederme, desde entonces, con cualesquiera otros artistas del medio, de tal modo que bien puedo hablar de que, en mi caso al menos, he advertido cierta limitación del pop. Volviendo a Yesterday, añado que soy un rendido seguidor de la ciencia-ficción, género al que, por principio, parece corresponder semejante historia.

Para estos últimos, Yesterday pertenece a un agradecido segmento del género: las historias sobre realidades paralelas. En principio, Jack Malick no advierte que haya pasado nada. Aun convaleciente en el hospital, no hay un solo indicio de que parezca haber cambiado algo ni en el mundo ni en su mundo: sus amigos siguen siendo los mismos, la realidad cotidiana también y no digamos su mediocridad artística. Un hecho casual se lo revelará: para celebrar su salida del hospital, sus amigos le regalan una buena guitarra (la suya había quedado destrozada en el accidente) y él afirma que un gran instrumento merece ser inaugurado por una gran canción, por lo que enseguida entona la mítica canción de Paul McCartney (y John Lennon: siempre las firmaron juntos aun cuando, en general, cada uno componía por su cuenta) que da título al film. Y la reacción de sus amigos es de completo embobamiento y emoción: nunca han escuchado nada tan bonito (y menos, en sus labios). Por supuesto, Jack cree que se están cachondeando de él. No tardará en advertir que no es así…

Los Beatles, en sus inicios

Descartemos rápidamente este elemento de ciencia-ficción. Yesterday no intenta explorar en ningún momento el tema de las realidades paralelas: no solo es que nunca se explique a qué se debe ese cambio (aclaro: tampoco hubiera hecho falta, en el caso de que la película sí hubiera apostado por este camino, cuando menos para este escritor al que las explicaciones minuciosas siempre le parecen un tanto fastidiosas y, desde luego, carentes de cualquier poética), es que no se profundizará en nada más. Todo lo más, se ofrecen pequeños apuntes jocosos (aparte de los Beatles, hay unas cuantas cosas más que han desaparecido, entre ellas… la Coca-Cola) o sociológicos (¡tampoco existen los cigarrillos!).

Es más, aunque en determinadas escenas se hace saber al espectador que hay, al menos, un par de seres humanos (un hombre y una mujer, los dos significativamente de edad madura) que, una vez alcanzado el estrellato, parecen recordar tanto como él, su relación final con el protagonista se resolverá de modo muy gratificante: sencillamente, le agradecerán que, gracias a él, las canciones de los Beatles no se hayan perdido para siempre, lo que sí habría sido irreparable. Nada más, y ni siquiera se ofrece una escena, que sería del todo lógica, en que los tres «supervivientes» comparen experiencias y busquen explicaciones conjuntas. Lo único es que da pie a algún comentario divertido acerca de la modificación que Jack ha hecho en algunas letras, en un caso por influencia de su equipo de producción (Hey Jude se convierte en Hey Dude, supuestamente más «guay») y en otros porque el cantante tampoco recuerda todas las canciones al dedillo.

Captura de pantalla 2021-06-02 194401Otra posibilidad que parece tantear la película, en esta ocasión cuando menos ofreciendo apuntes, es su mirada crítica hacia los mecanismos del mundo de la música comercial, considerada antes como un negocio capitalista que como un arte, perspectiva que es seguro que compartiremos muchos de los espectadores del film, cuando menos los que hace tiempo que dejamos de ser entusiastas del pop en general. No en vano, y si bien en un primer momento Jack llama la atención por el increíble talento que parece derrochar con tanta facilidad, no tarda en ser vampirizado por la industria (sintomáticamente, ya no inglesa sino estadounidense: la encarnación del mainstream más voraz, claro), cuya gran preocupación es adornar el envoltorio de ese talento, bajo el viejo adagio de que el medio es el mensaje y el continente más importante que el contenido: la imagen. Contradictoriamente, ni siquiera esto será necesario: el talento de Jack Malick (es decir, de los Beatles) es tan grande que ni aun bajo la desastrada apariencia que el actor Himesh Patel le otorga deja de ser considerado un genio universal.

Significativamente, se utiliza a un cantante real y de éxito, Ed Sheeran (cuya existencia confieso haber descubierto a través de este film, al menos de nombre, pues alguna de sus canciones, al investigar, sí recuerdo haberla escuchado), interpretándose a sí mismo como el artista que da a Jack su primera oportunidad, como telonero, y que, con generosidad, le ayuda a encauzar sus primeros pasos hacia el estrellato. (Es divertido que, al saber que el primer lugar donde van a actuar es en Rusia, Jack «componga» —en el avión que los lleva hacia allá— nada menos que Back in the USSR.) Por lo demás, el protagonista enseguida cae en las manos de una supuesta creativa de la industria, Debra Hammer, en principio una auténtica tiburona del audiovisual (Kate McKinnon, por lo demás muy divertida), aunque luego no tenga los colmillos tan aguzados. Pues hay que señalar que Yesterday tampoco se implica demasiado en esta intención crítica: estamos ante un film más bien blando.

Menuda coleccion de canciones la de YesterdayHay otro elemento de reflexión. Tan pronto empiezan a salir de su guitarra esas canciones, como se ha insistido, Jack Malick es considerado un genio. ¿Se entiende que es un guiño hacia el peso de los Beatles en el imaginario colectivo del presente, o realmente se considera que su aportación a la música ha sido tan fundamental que, en cualquier tiempo o lugar en que alguien diera a luz, por vez primera, sus canciones, el impacto sería el mismo? Por supuesto, Yesterday tampoco contesta a estas cuestiones, pero sí puede generar un debate sabroso. Particularmente, no soy un estudioso del pop como para poder siquiera esbozar una teoría, pero pienso que el impacto de un artista también depende del contexto en que tiene lugar. Por tanto, fuera de época, ¿en serio las canciones de los Beatles ocuparían exactamente el mismo papel y tendrían la misma repercusión? Por otra parte, hay que recordar que el «producto Beatles» también estaba asociado a una fuerte iconografía visual, incluso mental, revolucionaria para la época: que se lo digan, si no, a los censores morales del franquismo, que se las vieran y se las desearon para minimizar el impacto del concierto que esos melenudos dieron, el 2 de julio de 1965, en la madrileña plaza de Las Ventas. Y la imagen de Jack Malick, como bien insiste Debra Hammer, es tan anodina como lamentable…

No, ninguna de estas posibles direcciones es explorada realmente por Yesterday, más allá de algún tanteo que no tarda en abandonarse. Ahora bien, la lectura de sus créditos acaba, por fin, de revelarnos cuál es el nombre que, de verdad, justifica el sentido de Yesterday, que no es otro que el de su guionista, Richard Curtis. Por mucho que el argumento (es decir, la idea de partida) lo firme junto a Jack Barth (un nombre asociado, ante todo, a la televisión británica como productor, director y guionista), cualquiera que haya seguido la carrera cinematográfica del primero reconocerá enseguida, aquí sí, unos elementos recurrentes que permiten delimitar la verdadera autoría del film y su razón de ser. Curtis fue inicialmente un nombre relevante de la comedia televisiva inglesa, sobre todo por su asociación con Rowan Atkinson, para quien escribió primero la serie La víbora negra y, después, el famoso Mr. Bean. Poco antes del avasallador éxito de este personaje, había debutado en el cine con el libreto de una película hoy difícil de ver, Un tipo de altura (1989), de la que guardo un lejano pero gratísimo recuerdo como una especie de variante inglesa del prototipo habitual de Woody Allen al servicio de la extravagante imagen del entonces de moda Jeff Goldblum (el tipo al que se refiere el título), en donde destacaba una Emma Thompson divertidísima antes de convertirse en un icono, serio, del cine de época por sus papeles para Kenneth Branagh y James Ivory.

Cartel de Cuatro bodas y un funeralEl siguiente guion de Curtis sería el de Cuatro bodas y un funeral (1994), una película que constituyó uno de los grandes éxitos de su temporada. Con enorme brillantez, y a partir de la ingeniosa estructura narrativa que indica el título (y que permite el sucesivo encuentro del nutrido conjunto de personajes centrales), Curtis sellaría en ella los temas reconocibles que compondrían, desde entonces, sus trabajos más reseñables: nuevos guiones (Notting Hill, 1999; El diario de Bridget Jones, 2001, aun cuando aquí partiera de un libro ajeno) y su propio pase a la dirección (Love, Actually, 2003). Es decir, un retrato pasablemente ácido y decididamente cómplice del homo urbanicola, combinando intenciones costumbristas con una decidida inclinación sentimental, a través de un atractivo dibujo de personajes y siempre luciendo una especial habilidad para los diálogos: la impresión general, por tópico que sea el enunciado, es muy british. La búsqueda del amor (unas veces tenaz, otras casual), el indispensable ingrediente de la vida que es la amistad (que tantas veces acaba convirtiéndose en amor) y el difícil equilibrio entre lo profesional y lo personal son los elementos a través de los cuales Curtis desarrolla sus historias, las cuales, dirigidas por él o por otros, en general son antes películas de guion que de narración visual.

Lo que acaba contando Yesterday es el mismo proceso que figura en las otras películas de Curtis: la pequeña odisea que atraviesa Jack Malick, al final, lo que servirá es para conducirlo al sendero del amor verdadero, del que se había perdido por sus tribulaciones artísticas y personales, y que se encuentra encarnado en Ellie, la fiel amiga que desde el instituto ha sido su gran apoyo hasta el punto de convertirse en su manager, chófer y principal refuerzo emocional, pese a ser una persona ajena al medio artístico, ya que es una sencilla (y entregada) profesora de matemáticas en una escuela local: una persona «normal». En cierto modo, este personaje femenino está inspirado en el que bordaba Kristin Scott Thomas en el film de las bodas y el funeral: la fiel amiga perdidamente enamorada del protagonista, sin que este la haya contemplado nunca bajo un punto de vista romántico. Es más, la actriz que encarna a Ellie, Lily James, está adorable sin resultar melosa, pidiendo a gritos que el obtuso Jack se dé cuenta de una maldita vez de que está perdidita por sus huesos. Del mismo modo, el personaje de amigo excéntrico encarnado por Joel Fry también es un habitual en los planteamientos de Curtis: por ejemplo, recuerda mucho al que encarnaba Rhys Ifans en Notting Hill.

Himesh Patel y Lily Taylor, Jack y Pues bien, aun cuando Yesterday, en rigor, no sea gran cosa, e incluso pueda reprochársele su falta de ambición (teniendo en cuenta ese aluvión de elementos de interés que contenía), que al final todo esto sea dejado a un lado para contar un sencillo relato sentimental acaba provocando una notable simpatía. El film acaba desprendiendo una contagiosa modestia de concepto, que sabe eludir tanto la pretenciosidad como la tentación de la cursilería. Por otra parte, y aun cuando la dirección de Danny Boyle, como en las otras películas que conozco de él (pocas: no he sentido ganas de reincidir en su filmografía), prefiere alardear del efectismo y la pirotecnia (de hecho, se nota que se siente más cómodo en esas escenas, relacionadas siempre con el elemento de espectáculo musical, en que las imágenes parecen amparar mejor dichos alardes), el film presenta gratos apuntes de observación sobre la vida cotidiana de esos treintañeros que todavía no han conseguido orientar definitivamente su rumbo sentimental y profesional que tan bien sabe presentar Curtis. Es en este sentido donde se encuentran los momentos en que el guion aprovecha mejor la premisa fantástica: por ejemplo, en el recorrido de Jack y su amigo por las calles de Liverpool, buscando inspiración en los lugares que dieron origen a algunas de las mejores canciones de los Beatles, o el sencillo encuentro entre Jack y un anciano John Lennon que, claro, al no fundar el grupo no tuvo que morir a manos de un psicopático fan.

Acaso en esta apuesta por lo más cotidiano y, por qué no decirlo, convencional del planteamiento radique su conexión con el mítico grupo que formaron John, Paul, Ringo y George. Acaso sea hora de dejar a un lado el calificativo de genial que tantas veces sirve de epíteto para los Beatles y reivindicar, sencillamente, la cálida compañía que sus canciones han supuesto en determinados tramos de nuestras vidas. Y si esto no basta, y recordando de nuevo ese film entrañable que sigue pareciéndome que es Cuatro bodas y un funeral, ¿no merece la pena Yesterday aun cuando solo sea porque supone una especie de «corrección», de segunda oportunidad, para ese monumental error que tantos espectadores pensamos que cometía Hugh Grant prefiriendo a Andie MacDowell antes que a la maravillosa Kristin Scott Thomas? Volvamos a los Beatles: All You Need Is Love.

Mitica imagen de los Beatles

FICHA DE LA PELÍCULA

Título: Yesterday / Yesterday. Año: 2019.

Dirección: Danny Boyle. Guión: Richard Curtis; argumento de Richard Curtis y Jack Barth. Fotografía: Christopher Ross. Música: Daniel Pemberton (y los Beatles, claro). Reparto: Himesh Patel (Jack Malick), Lily Taylor (Ellie), Joel Fry (Rocky), Kate McKinnon (Debra Hammer). Dur.: 116 min.

Acerca de Jose Miguel García de Fórmica-Corsi

Soy profesor de historia en el IES Jacaranda (Churriana, Málaga).
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4 respuestas a Yesterday: All You Need Is Love

  1. Manuel Pozo dijo:

    Hola compañero,
    en primer lugar debo confesarte que no he visto la película. Es más, a pesar de tu estupenda reseña, no tengo prisa ninguna por verla y aunque acabaré haciéndolo, quizá en una ociosa noche del verano que se aproxima, me ilusiona poco. Y precisamente quería comentarte que me ilusiona poco por razones que algo tienen que ver con lo que dices.
    Y es que me siento identificado con algunas de las cosas que de ti mismo comentas. Yo también fue bastante aficionado a los Beatles aun cuando nací mucho después de que se separaran. Sobre lo que dices de si los Beatles son tan geniales que, de surgir hoy volverían a arrasar, pues pienso que no, claro, por los motivos que tú comentas, entre otros. Pero también es cierto que, aunque no me preocupo por estar al tanto de la música actual, cada vez que me da por poner radio 3 no pasa una hora antes de que suene un ultimísimo tema que no es más que un remedo de cualquier pieza del Seargent Peppers. Aunque lo que plantea la película sea fantasioso, sí creo que escuchar su música en su momento, cuando veía la luz, a partir de Rubber Soul, debía ser una experiencia, un descubrimiento de nuevas rutas sonoras que hoy no sé -porque ya te digo que estoy desconectado- si hay la oportunidad de sentir.

    Bueno, realmente tengo que decirte que lo que me tira para atrás de la peli es que la hicieran a rebufo de Bohemian Rapsody. No sé si te has dado cuenta, (si te fijas un poco entre tu alummado más maduro verás que es así), pero Queen se han convertido en los nuevos Beatles. Es decir, ese grupo que suena intemporal, de género indefinido, mucho «temazo» y su propia leyenda trágica de trasfondo. En casa tengo a una pipiola de 17 años que aunque escuche de todo un mucho siempre ha tenido a Queen de referente, de algo así como plataforma fundacional en lo que a música respecta, un poco como quiza nos pasaba -o me pasaba a mí- con los Beatles. Haz la prueba con tus alumnos: ya verás que todos conocen al menos 5 canciones de Queen, muy pocos alguna de los Beatles, y si les preguntas por lo que escuchan hoy verás que enseguida se ponen a discutir porque no se ponen de acuerdo.

    Vamos, que me lío, que a lo que iba es a que no me apetece ver la peli hecha para -creo que sin éxito- remedar la de Queen, porque mi yo adolescente rechina porque Queen se haya convertido en un remedo de los Beatles. En fin, cosas mías que quizá no explico bien pero que me apetecía contarte.

    Un saludo y gracias por lo mucho que aportas, también en lo que no comento pero leo y rebusco.

    • Hola, Manuel, y gracias por compartir tan extensamente tus propias impresiones sobre los Beatles y la música pop en general. La prueba que me comentas acerca de Queen ya la había hecho, claro: menuda sorpresa que me llevé al descubrir, a raíz del impacto de «Bohemian Rhapsody», que mis alumnos, o mis múltiples familiares en edad adolescente, conocían, incluso idolatraban, sus canciones. Yo mismo dejé pasar «Yesterday» en su estreno porque esta moda de los biopics musicales, en general, me despierta franco recelo: la biografía se convierte en hagiografía con facilidad, y en el caso de Queen es justo lo que me han dicho casi todos cuantos han ido a verla, que más que frente a Freddy Mercury estamos ante san Alfredo Mercury… lo cual arrebata al personaje el posible atractivo que podría tener su vida.

      Volviendo a los Beatles, me doy cuenta que ese agotamiento incluso ha provocado que nunca haya tenido especial interés en cubrir la laguna de sus dos famosas películas con Richard Lester («¡Qué noche la de aquel día!» y «Help!»). «El submarino amarillo» sí, porque la emitieron en tv hace la tira de años. Algún día será.

      ¡Muchas gracias, claro, por tus palabras de aliento y que sigas leyéndome!

  2. Impresionante artículo. Muy bueno. Gracias!!

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