En Irreverentes: Hayao Miyazaki, el último humanista (II)

El viaje de Chihiro

En Irreverentes: Hayao Miyazaki, el último humanista (II)

El periódico digital Irreverentes publica esta semana la segunda entrega de mi recorrido por la carrera de Hayao Miyazaki. Llegamos al momento en que el director adquiere, por fin, el reconocimiento internacional que merecía, como bien indica el hecho de que, a partir de La princesa Mononoke (1997), sus películas se estrenan en España con normalidad. Ahora bien, sería su siguiente realización, El viaje de Chihiro (2001), la que consagraría definitivamente al autor en todo el mundo, gracias no solo a su estupenda acogida comercial sino a los premios y reconocimientos, del Oso de Oro en el festival de cine de Berlín al preciado Oscar a la mejor película de animación. Desde Mononoke hasta la actualidad, han sido cinco películas, todas ellas magníficas, las que Miyazaki ha ido entregando, más o menos con cuatro o cinco años de distancia entre todas ellas, asombrando tanto por la diversidad temática como por el sentido del riesgo de sus últimas realizaciones. Curiosamente, puede decirse que Chihiro (que bien podríamos considerar su obra maestra) es el film más «cómodo» de su carrera, al constituir una especie de recopilación de sus temas, diseños y debilidades personales. Sin embargo, Ponyo en el acantilado (2008) y, sobre todo, El viento se levanta (2013), constituyen películas enormemente arriesgadas, que desconcertaron a más de uno, sobre todo la última, tanto por ser la obra más «realista» de su filmografía como por tratarse de la biografía del ingeniero creador del famoso avión Zero, lo cual parece desmentir la fama del director como tenaz antimilitarista. Esta bella película fue anunciada como la despedida del cine de Miyazaki, y hasta ahora no ha vuelto a estrenar ninguna otra, aunque los rumores sobre proyectos siguen recorriendo la Red. ¿Quién no soñaría con otra maravilla miyazakiana?

[Recuerdo a los lectores que, en el enlace anterior al primer artículo de Irreverentes, añadía enlaces a los films de Miyazaki que, hasta ahora, he comentado con detenimiento en este blog.]

Acerca de Jose Miguel García de Fórmica-Corsi

Soy profesor de historia en el IES Jacaranda (Churriana, Málaga).
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5 respuestas a En Irreverentes: Hayao Miyazaki, el último humanista (II)

  1. Ángel Hernando dijo:

    Ya sé José Miguel que no corresponde con esta entrada, pero quisiera recordar brevemente a Charles Aznavour, uno de los más grandes cantantes del siglo XX y una de las figuras de la música que mejor supo reflejar en sus letras la vida cotidiana, con sus alegrías y tristezas, sus luchas y sus sinsabores.
    Además, Aznavour fue un notable actor. Tirez sur le pianiste, Un taxi para Tobruk (una película entrañable en nuestra niñez con el gran Lino Ventura, Hardy Kruger y nuestro Germán cobos), El fantasma del sombrerero o Ararat así lo atestiguan.
    Hasta siempre, Charles.

    • Sea bienvenido aquí mismo ese homenaje póstumo que le haces a Aznavour, cuya peculiar fotogenia melancólico debió ser mejor aprovechada por el cine. Añado a esos títulos que citas uno en el que, en un rol secundario, está espléndido: la fascinantes película de Georges Franju sobre el mundo de la locura «La cabeza contra la pared».

  2. Altaica dijo:

    Solo he visto El viaje de…, y sí es una más que interesante obra pero, no sé, tampoco me parece psra tanto. Formalmente, y pese a su manualidad, es anacrónica en sus logros plásticos y conceptualmente es brillante perl también previsible. Apasionada seguro, diferente también, pero reiterativa y muchas veces previsible sin duda. Notable ejercicio de libertad imaginativa distante de la obra maestra que citan todos. Un abrazo.

    • Es difícil transmitir con brevedad las múltiples razones por las cuales considero a Hayao MIyazaki un genio del cine, y la constante fuente de placer que para mí supone su cine desde hace mucho tiempo. Tan solo animarte a que te asomes a alguna película más, que bien podría ser «Porco Rosso» o «Mi vecino Totoro», estupendas puertas de acceso a lo que para mí es un universo emocional y narrativo maravilloso. Iba a decir irrepetible pero no: Miyazaki no es un punto de partida sino un lugar (acogedor, entrañable) de llegada, de acogida. Por eso, en él importa poco hablar de hallazgos sino de encuentros. Que además lo haga desde un planteamiento de la animación que nunca ha pretendido ser de vanguardia (aun cuando su influencia en el género, en su vertiente clásica, es evidente) da una buena idea de la modestia que desprende.

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